¡A mí que no me vengan con vainas!
Quien llora una pena haciendo de ella un lago,
no venga a decir: ¡qué día más aciago!,
cuando vuelan alegres las golondrinas.

Si conforme estás por cómo te acochinas,
en tu ínsula de tonto náufrago,
no grites al cielo: «¡Qué me hago…!»
mientras buscas acomodo en esas ruinas.

¡Basta ya de lamentar todo fracaso!,
así sean cien los que lleves encima,
no te justifiques como quien se mima,
de lo que solo le procuró el acaso.

De verdad, no tengo más consuelos que darte,
caricias comprensivas de más has tenido,
mira que al cobijo de ese nido,
solo empolla el conformismo como mala arte.

Busca mejor justificación antes de acobardarte,
¡Patea, muévete, hombre! y sigue mi sugerido:
rompe tu estar cómodo y hazlo con un rugido,
que ello te llevará a un mejor baluarte.

Desde allí verás cuán pequeño fuiste,
enredado en tus tercas justificaciones;
te avergonzarás de todas tus lamentaciones
y los peros que por delante te pusiste.

Entenderás que a un alma siempre le asiste,
derecho a interpretar nuevas canciones,
ésas que llaman a milagrosas resurrecciones,
despertando al muerto-vivo que alguna vez preferiste.

Estar y ser, son verbos de vida a elegir;
son dos formas distintas de bregar:
Una es la barca a merced de la olas y el mar,
y la otra, el remo que enrumba mejor vivir.

Ser y no solo estar es cuestión de preferir,
lo incómodo a lo cómodo de ese desafiar:
no hacer de pasajero y mejor tripular,
la senda incierta de todo devenir.

Hombre digno es aquel que tiene el brío,
de porfiar ser y jamás dejarse estar;
pues sería como dejarse maniatar,
y desperdiciar el poderoso libre albedrío.

Por eso del desánimo y la tristeza yo me rio,
¡Dios, que no me pasa por respetar!,
a un hombre que hace su alma reptar,
cuando tiene alas para remontar todo hastío.

Remeda a Julio César, mi amigo:
¨Águila non capit muscas…¨
Si con esta frase mejor destino buscas,
jamás serás de la vida, un mendigo.

Por última vez te lo digo:
ser y no estar hará que produzcas;
te librará de las penas tan chuscas
y tendrás nueva alegría bajo ese abrigo.

Autor: Albatros